Review article

 

Crisis de Acumulación

 

Pablo Damian Lazzari
Doctorando, Universidad Nacional de La Matanza
pablodamianlazzari@hotmail.com

 

Resumen

En reiterados debates económicos se hace referencia al proceso de acumulación, que puede aludir en sus diversas menciones a bienes, reservas en dinero, acciones, entre otras. Este proceso bien puede implementarse a fin de sustentar una política económica que lo considere como uno de sus pilares fundamentales ó como medio por el cual se materialice un beneficio a la sociedad en su conjunto. Ahora, en un sentido que nada converge con las negociaciones ó acciones descriptas, es innegable, en éste aspecto, las operaciones bélicas y de desguase social terciadas por diversos factores de poder que, a la pesquisa desenfrenada, sólo se contentaron con la magnificencia de su propia acumulación a expensas de pertinentes apremios violentos. No sin utilizar el ingenio como práctica del engaño y la tergiversación, como así de técnicas que por muy beatas que pareciesen, poco tenían de sensibilidad y respeto por la raza humana. En ése sentido, como en una especie de torniquete practicado a los países periféricos, donde cuya única salida posible sería la reducción del proteccionismo de sus industrias y mercados, el avance de la deslocalización de grandes firmas (hoy empresas transnacionales) se vio incrementado. Avanzando claramente en sus autonomías, pero en directo detrimento de salarios, crecimiento industrial y gastos sociales en las tierras que las sabían recibir. Vaya paradoja la existente, que como bien años anteriores el asedio de las deudas atormentó más cruelmente a economías subdesarrolladas, hoy aquel mal parece ir contra quienes lo generaban. Así, las obligaciones en deuda de los Estados Unidos esta alcanzando niveles en los cuales sus acreedores comienzan a virar a otras monedas en detrimento del dólar por la desconfianza de tamaña masa deudora y la carencia de señales favorables que el aparato industrial sabe dar. Un efecto bumerang, que fue pospuesto por décadas.


Palabras Clave: Concentración económica, monopolio, estructura de mercado

 

Crisis of Acumulation

Abstract

In repeated economic debates referred to the process of the accumulation, which may refer in its various references to property, cash reserves, stocks, among others. This process may well be implemented to support an economic policy that it considers as one of its pillard or as a means by which to materialize a benefit to society as a whole. Now, in a sense that all converge to negotiations or actions described, it is undeniable, in the respect, military operations and social desguase thirds factors of power, the unbridled research, only satisfied with the magnificence of its own relevant accumulation at the expense of violent coercion. Not without wit and practical use of deception and misrepresentation, as well as techniques that make them appear very pious, had little sensitivity and respect the human race. In that sense, as a kind of tourniquet practiced peripheral countries where whose only way out would be to reduce the protectionism of industries and markets, the advanced of the relocation of large firms (now TNC) was increased. Clearly moving in their autonomy, but direct expense of wages, industrial growth and social spending in the lands that knew received. Go existing paradox that as well years before the siege of debts cruelly tormented most underdeveloped economies, now the evil seems to go against those who generated. Thus, the debt obligations of the United States is reaching levels at which creditors are beginning to turn to other currencies at the expense of the dollar by the distrust of so much mass debtor and the lack of positive signs that the industrial unit can give. A boomerang effect, which was postponed for decades.


Key-words: Economic concentration, monopoly, market structure

Introducción

A lo largo de la historia existen muestras claras de la ambición que ha caracterizado al hombre. Muchas veces, en hora buena, ya que sin aquel afán estaríamos en presencia de un cuadro estanco donde sin más, las voluntades se encontrarían archivadas totalmente en desuso.

Otras veces, dicha avidez ha encontrado un límite interpuesto por la naturaleza y así como el caudal del río Eufrates se vengara por tantos desvíos intencionales que en favor de la ostentación y magnificencia de la histórica Babilonia, fue que como una marea incontenible la convirtiese en un gigante pantano provisto de enfermedades, insectos y muertes por doquier, siendo así que el particular deceso del mismo Alejandro Magno puede dar cuenta de ello.

Pensamientos, desarrollos, avances y poder, pareciera se suscitan continuamente en el devenir mismo de los acontecimientos, pero sin perjuicio de ello, muy distante está el enlace que la fortuna de la suerte pueda afectar en ellos. Así, la propia evolución en ciencia y tecnología profundizaron los vínculos entre naciones que, acompañadas por la progresión sostenida que la globalización proponía en éstos y otros aspectos de la información, hicieron que los hechos se propagaran vertiginosamente al compás de las asimetrías dominantes que presentaban las naciones en éste nuevo orden global.

Relaciones y Tiempos

En reiterados debates ó informaciones de tinte económico se hace referencia al proceso de acumulación, que puede aludir en sus diversas menciones a bienes, reservas en dinero, acciones, etc. Este proceso bien puede implementarse a fin de sustentar una política económica que lo considere como uno de sus pilares fundamentales ó también como medio por el cual se materialice un beneficio a la sociedad en su conjunto, como ser por ejemplo en su papel específico, el rol desempeñado por el Estado, que acumulando reservas permite, además de defender la competitividad del  tipo de cambio, ampliar los márgenes de política económica, favoreciendo a distintos sectores desde el agropecuario hasta el industrial, con el consabido crecimiento del valor agregado que el desarrollo de éste último, así lo implica por añadidura.

Ampliando así la participación de la población a través de la inserción de mayor oferta laboral y por consiguiente un alcance de oportunidades que estará más propenso a considerar a la clase media y trabajadora, con un alto impacto sobre un estrato social que supo y sabe enarbolar las necesidades de las amplias mayorías.

Es también dable rescatar el fin mismo que la acumulación de reservas conlleve en un proceso donde la combinación del superávit comercial y superávit fiscal, permita su mayor cuantía, significando ello también en mayores niveles de autonomía decisoria e independencia económica.

Ahora, podría asimismo relacionarse la acumulación, con una participación de gran peso y mayoritaria por parte de un determinado actor, que con su accionar se convalida como único e irremplazable, radicalizando la capacidad suficiente para llevar adelante determinados procesos de acopio, pudiendo llegar acaso al detrimento de otros actores intervinientes.

Aristóteles al abordar el problema ético del precio justo -la justicia conmutativa- se preocupaba por el lugar que la ética tomaba en la formación de precios. Tarea continuada por los escolásticos, pero que en razón de verdad hizo que comenzara a definir los términos del monopolio, incorporando el concepto de un solo vendedor (que por cierto, estaría acumula ventas) en un mercado. Situación esta última que caracterizaba como meramente injusta. Pero no solamente objeto ello de las personas sino también de los gobiernos, que urgidos de fondos pueden constituir monopolios sobre los alimentos.

Todos, sustanciales antecedentes de aquello que más adelante se vería plasmado dentro de las competencias imperfectas que muchas veces caracterizaron el progresivo desarrollo de diversos mercados.

Tomás Moro (1478-1535) en su momento también se refirió a las competencias desiguales que cohabitan un mercado. Sucintamente dedicó atención al mercado dominado por escasos vendedores (oligopolio), donde esta estructura de funcionamiento colectivo no hacía más que alterar sectores de producción, generando más pobres y ampliando la brecha que los separaba de los más ricos durante aquella transición de la agricultura para la subsistencia.

Provisto de dicho escenario relata el advenimiento de los llamados “enclosures” (implementación del cerco) por los cuales se ganaban tierras comunales para la cría de ganado ovino con la consecuente despoblación de los campos ingleses. De éste modo, además de  observar con su crítica a los principales países europeos y sus políticas de cualidades expansivas y netamente belicistas, refería que con su voraz intención, dichos nobles varones hacían que las ovejas devorasen hasta los mismos hombres (Moro,1516).

Vaya entonces las coincidencias que luego de cuatrocientos años de su muerte hoy recobren vigencia aquellas reflexiones, cuando en un sentido figurativo se habla de autofagia (Beinstein,2010) haciendo referencia a un capitalismo animal, que como una bestia hambrienta que se ha comido todo aquello que existía a su alrededor y aún sin saciarse, empieza a comerse a sí mismo, debilitándose aún más.

En ése sentido desenlaces como las crisis de 1930 y 2008 parece no haber dejado ya las enseñanzas suficientes, en tanto que el negocio financiero continúe apoderándose de centros decisivos de la industria, el comercio y la agricultura, haciendo que determinadas empresas puedan acceder a bifurcar libremente sus campos de acción, integrando un sistema de negocio donde el entrelazamiento de actividades e intereses pueden influir negativamente, no sólo en actividades circunscriptas a empresas de menor envergadura y enfocadas a productos específicos, sino también contra la sociedad en temas que afectan a salarios, costos laborales, monopolios y preservación del medio ambiente.

El camino a la acumulación

Situaciones diversas pueden darse para perfeccionar la polarización, en éste caso, de mercados. Hace un siglo atrás, en 1911, la Standard Oil of New Jersey concentró la industria petrolera, cuando, fusiones mediantes que facilitaron los recortes en los precios, destruyó a sus competidores, acumulando ventas (Zaiat,2010). Tiempo más tarde, Standard Oil, debió luego acatar las órdenes del Tribunal Superior de Estados Unidos que dividió el holding.

Distinto medio, pero con idéntico fin propuso United Shoe Machinery Corporation en 1953, cuando mientras fabricaba maquinaria de producción de zapatos, paralelamente las alquilaba a variados productores nacionales y extranjeros de calzados, apoderándose del 85 por ciento del mercado, en consecuente ataque a la competencia. Hubo que espera hasta 1968 para que el Departamento de Justicia de Estados Unidos impulsara su división.

En el ámbito nacional y en el marco de una coyuntura más actual, Shell, Cablevisión, Cargill y de manera indirecta Techint, pueden ejemplificar claramente esquemas altamente concentrados que afectan la comercialización de bienes y servicios. Caminos todos ellos que, más bien cuadrarían como atajos a la hora de establecer las condiciones de ventas, pero que sin perjuicio de ello (y desgraciadamente), no escapan a lo estrictamente crucial del juego de fuerzas que habita los escenarios comerciales.

Modalidades, las anteriores, que condicionan la propiedad de innovación, subordinándola al mayor ó menor grado de oligopolización de la forma de mercado, influyendo en los precios y en consecuencia en la dimensión del capital vertido hacia la producción. Alterando así, la pertinente competencia entre actores intervinientes, siendo que aquella se incrementará en los momentos en que la diligencia de la innovación tecnológica así se manifieste (Burkún,2000).     

Ahora, en un sentido que nada converge con las negociaciones ó acciones descriptas, es innegable, en éste aspecto, las operaciones bélicas y de desguase social terciadas por diversos factores de poder que, a la pesquisa desenfrenada, sólo se contentaron con la magnificencia de su propia acumulación a expensas de pertinentes apremios violentos. No sin utilizar el ingenio como práctica del engaño y la tergiversación, como así de técnicas que por muy beatas que pareciesen, poco  tenían de sensibilidad y respeto alguno por la raza humana.

Cómo encontrar una explicación sensata cuando aproximadamente hace 190 años una tercera parte del producto bruto mundial era originado en tierras chinas(Stiglitz,2009), y que al paso certero de políticas colonialistas y de acuerdos comerciales con potencias mundiales céntricas (con teóricos beneficios bilaterales), dicha distribución fue variando al compás del desarrollo tecnológico impuesto por Estados Unidos y Europa, hasta por fin encontrar que aquella incidencia de la economía oriental sólo reflejaba el  5 por ciento del rendimiento planetario una vez transcurrida la mitad del siglo XX.

Dicho esmerilamiento de la economía china ya se vislumbraba en 1850 con los tratados de Huangpu (acuerdo francés) y de Wangxia (pacto estadounidense), y que fuera ratificado en 1854 por el Tratado de Nankín por el cual el Reino Unido solicitaban a la dinastía Qing ejercer el libre comercio en toda China, legalizar el consumo de opio, regular el tráfico de esclavos y la abolición de impuestos para el tráfico extranjero dentro del territorio interno.

Dichas demandas fueron de inmediato rechazadas por la dinastía dando así comienzo a la denominada “Segunda Guerra del Opio” (1856), en un contexto donde Estados Unidos, Inglaterra y Francia, ávidos de expandir sus mercados y equilibrar su balanza de pagos, veían sustentables razones para llevar adelante semejante contienda, que luego a su fin, en 1860, presentaba no sólo la destrucción de palacios en Pekín y de su economía, sino que la legalización del opio y la consecuente adicción que la población protagonizaba, hizo estragos en los tan anhelados niveles productivos que la economía china exhibía por aquel entonces.       

Maquillajes más contemporáneos

Ya atrás los años cincuenta y sesenta, caracterizados por el estado de bienestar impuesto por ideas keynesianas posteriores a la postguerra, amanecían etapas de marcado descenso en las tasas de crecimiento del Producto Bruto Interno correspondiente al grupo de naciones poderosas, siendo que la variación anual del Producto Bruto Mundial promedió el 4,5% entre 1970-79, descendiendo al 3,4% en 1980-89 (continuando en baja con un 2,9% en el período 1990-99/FMI,1997/The World Bank,1998).

Ciclo que en sus comienzos no casualmente era coincidente con la desaceleración productiva de petróleo en los Estados Unidos (denominada crisis petrolera de 1973-74) cuyo avance no sólo condicionaba al consumo, con todo lo que ello implicaba, sino que exacerbaba la especulación que giraba alrededor de sus costos a largo plazo y la creciente capacidad productiva ociosa que castigaba, asimismo, el dinamismo de la demanda.

Dicho escenario presentaba indicios de una carencia energética clave para su desarrollo, que asimismo en propias tierras estadounidenses ya generaba estancamiento e inflación. En virtud a ello y a sabiendas de su poderío debían lanzarse con todo su aparato imperial a la expansión territorial que los abastezca en su voracidad energética. Pero ello, debía acompañarse de constantes e inmediatos ingresos, que la actividad industrial por su propio desarrollo no sería capaz de afrontar en tiempo y forma, pero que contrariamente, la industria bélica conjuntamente con las tendencias financiero/especulativas podrían afrontar con creces dicho desafío. Expresando con ello la relevancia que el paradigma de la supremacía económica imponía por sobre la política de Estado, con un engranaje, además, que desde el “keynesianismo militar”(Beinstein,2009) hacía motorizar la industria estadounidense.

Las herramientas financieras surgieron como una salvación inmediata ante aquel estancamiento, siendo que con los réditos de su especulación se alimentaría una creciente industria militar que, simultáneamente con la evolución tecnológica como engranaje  transmisor, reduciría los costos de las materias primas, desaceleraría salarios y generaría más desocupación en la naciones periféricas, logrando así, no sólo su reflote económico sino también la polarización geográfica y empresarial.

En ése sentido, como en una especie de torniquete practicado a los países periféricos, donde cuya única salida posible sería la reducción del proteccionismo de sus industrias y mercados, el avance de la deslocalización de grandes firmas se vio incrementado (situación que más adelante tomara el nombre de empresas transnacionales). Avanzando claramente en sus autonomías, pero en directo detrimento de salarios, crecimiento industrial y gastos sociales en las tierras que las sabían recibir.

Antecedentes que al cabo de los años mostraron una participación en el comercio internacional creciente, identificando que ella iría desde un 35 por ciento en 1980 al 57 por ciento en 2007(The World Bank,1998), aumentando así la tendencia peligrosa de que ante alguna desaceleración económica en los países centrales, la misma pudiese manifestarse de inmediato en otras regiones.

Distintas épocas, mismas estrategias

Ya presentadas las tristes señales que la capacidad energética daba al corazón del imperio, es difícil evocar los hechos fortuitos que las desencadenaron, más cuando no por caprichosa la propia naturaleza castigaba a una política de extracción irrestricta, abusiva y depredadora  de recursos renovables y no renovables que va de suyo, históricamente caracterizó al capitalismo en su afán de concentrador de recursos energéticos capaces de cubrir su tan mentado desenfreno consumista.

De este modo saquear recursos y ampliar mercados en la periferia se presentaban a la orden del día, más cuando, una vez caído el muro de Berlín en 1989, el capitalismo norteamericano conjuntamente con su complejo militar industrial se presentaban como la única opción subsistente y definitiva en el mundo.

Estados Unidos como amplio dominador planetario, emergía a manera de única superpotencia con un discurso neoliberal que en tono idílico esperanzaba una eterna prosperidad capitalista. Euforia acompañada mediáticamente por (los hoy casi olvidados) diversos pensadores como Francis Fukuyama que proclamaba el por aquel entonces “fin de la historia” y último escalón del desarrollo social (Fukuyama,1990); encontrando luego su eco en Peter Drucker vocero de “el fin de lo social” (Drucker,1993) reemplazado por el individualismo y la identidad empresaria.

Indefectiblemente en determinados sectores académicos había calado hondo aquel mensaje que al inicio de los años ochenta Milton Friedman ofreció a través de la televisión inglesa, destacando las vehemencias del mercado como administrador estrella, revalidando en su empresa la imagen y la acción individual, acompañado de un mensaje que pregonaba un vil paralelismo de la actividad económica con los jugadores de ruleta, donde todos poseen iguales capacidades para ganar ó perder (Burkun,2000) en virtud a la azarosas circunstancias del juego, que llevado al plano de una sociedad, dicha circunstancia reflejaría la mayor ó menor eventualidad para acumular ingresos y bienes en el mejor y más deseado escenario.   

Instalado dicho proscenio de pensamientos ortodoxos y siendo que no era un dato menor que hacia 1960 los Estados Unidos importaban el 16% de su consumo en petróleo, y en cuanto a que dicha cifra iba creciendo paulatinamente sin detenimiento, mostrando un particular flanco dependiente en materia energética/petrolera, no se hizo esperar la embestida al corazón energético protagonizada por Bush padre en la denominada (primera) guerra del Golfo.

El mandatario daría fiel cumplimiento de aquella planeación gubernamental de los Estados Unidos de 1947 denominada “United States Petroleum Policy” donde se establecía la eliminación ó modificación de las barreras existentes a la expansión de intervenciones petroleras americanas en el extranjero, promoviendo simultáneamente, su ingreso en las diversas fases de las operaciones extranjeras en crudo.

Circunstancias que vieron su continuidad durante el gobierno de Bill Clinton que con la permanente escalada de gastos militares y las secuencias bélicas correspondientes, iniciaba una nueva embestida económica motorizada por los continuos bombardeos a Irak y los recordados conflictos bélicos con Yugoslavia y Asia Central, que fueran posteriormente coronados por Bush hijo con las invasiones a Irak y Afganistán, que inspiradas por los atentados (la Historia dará los responsables) del 11 de Septiembre de 2001, como un caballo salvaje, parecían dar rienda suelta a un proceso de militarización extrema hacia Medio Oriente como eje central de una dominación global enfocada hacia un espacio decisivo en el repertorio de la administración de recursos energéticos.

Más teniendo en cuenta que hoy día a contraposición de aquella importación a precios bajos (período comprendido entre 1945 y 1975/80 donde la estrategia estadounidense obtenía petróleo barato y control indirecto de su cotización, pago en dólares “papel” mediante y vía protección y amparo de regímenes autoritarios del mundo árabe), se presenta un escenario en el cual la producción de petróleo no se vislumbra en franco y permanente crecimiento  (http://www.petrolnews.net/noticia.php?ID=ca556aa0780866de0a4a4e30beff089c&r=15369,2011), adicionada además la degradación y debilitamiento del dólar como moneda mundial de intercambio, hacen que la situación norteamericana en materia de dependencia energética despliegue y confronte un abanico de intereses con que dichas cuestiones saben verse asociadas en un contexto de incesantes alteraciones económicas.

Clara manifestación de dicha dependencia también hoy se ratifica en otras latitudes, donde a raíz de la candente situación en Libia y luego del discurso airoso de Khadafi del 22/02/11, los principales mercados de crudo en Londres y Nueva York dieron sustancial acuse de recibo, llegando a un tope de 108,57 dólares por barril en Londres, particularidad que si bien presentó misma tendencia de aumento que en Nueva York (el crudo WTI subió un 8% y cerró a un valor final de 93.57 dólares el barril (Diario Pagina12,2011), la diferenciación en los correspondientes valores finales de cada plaza pueden bien glosar la magnitud vinculante en materia energética de cada zona.  

Déficit y consideraciones

Si bien en la década de 1970, Estados Unidos era el mayor acreedor del mundo, finalizada ella comenzó su escalada deudora para quedarse hoy con un podio (Stansberry,2010), del que intenta alejarse con la impresión de más y más millones de dólares.

 

Gráfico N°1
Fuente: Grandfather Economic Report

 

El panorama es menos alentador si al gráfico anterior se agrega que la deuda total de Estados Unidos rondaba en 2008 propiamente al monto del Producto Bruto Mundial (los 53 billones de dólares), siendo que 10 billones pertenecen a deuda externa.

En este escenario no se hacen esperar las críticas desde los Estados Unidos, cuando acusan al gobierno de China por intensificar la baja de su moneda y la del yuan, a fin de salirse beneficiados en el abaratamiento de sus exportaciones, repercutiendo así, en sus niveles de crecimiento y ocupación laboral. Panorama que además de configurar a la economía china en un lugar primordial como financista del déficit comercial y fiscal de las naciones desarrolladas, la sitúa en carácter de principal socio comercial de Washington, siendo que el déficit estadounidense en ésa balanza de intercambio alcanza los 270.000 millones de dólares (Diario Pagina12,2011).

Datos ellos que a la claras muestran la particularidad de una sociedad que enraizada en un consumo constante, genera más gastos en proporción a sus actividades productivas. 

 

Gráfico número 2
Cuadro de texto: Gráfico N°2
Fuente: Fondo  Monetario Internacional. World Economic Outlook

 

Vaya paradoja la que hoy se presenta, y como bien años anteriores el asedio de las deudas atormentó más cruelmente a economías subdesarrolladas, hoy aquel mal parece ir contra quienes lo generaban. En virtud a lo cual, la cantidad de deuda de los EEUU está alcanzando niveles en los cuales sus acreedores comienzan a virar a otras monedas por la desconfianza que genera tamaña masa deudora con la correspondiente caída del valor internacional del dólar (gráfico n°3).

Proceso de caída que se intensifica en virtud a las repercusiones que han tenido las expresiones populares en Medio Oriente, donde monarquías petroleras sucumbieron ante el reclamo de mayores derechos ciudadanos, dejando al descubierto desde la óptica de los países del Golfo, la insuficiente confianza al apoyo de Estados Unidos para con el mantenimiento de sus regímenes.

De éste modo no debería extrañar la tendencia para impulsar una moneda única del Golfo, el Khaleed (GlobalEurope Anticipation Bulletin N°52,2011), causando no pocos efectos en el descenso del dólar como unidad de valor. Consideraciones que no suenan del todo descabelladas, teniendo en cuenta el débil papel que presentó Estados Unidos durante la crisis egipcia. 

 

Gráfico N°3
 

 

La declinación que se observa bien puede expresar una relación de confianza en el dinero, manifiesta como violencia de la moneda (Burkun,2007) cuando su reconocimiento disminuye frente a la actitud del mercado, haciendo que con ello se desgaste una reserva de valor a consecuencia de la búsqueda de monedas más representativas ó activos de mayor prestigio.

Caída del valor del dólar que también puede verse sugerida (estrategia oculta mediante) por reconocidas entidades como el caso del comunicado del Fondo Monetario Internacional (Dellatorre,2011) del pasado 23 de Febrero de 2011, al terminar la reunión de ministros del G20, cuando instó la medida en cuestión a fin de reestablecer los movimientos económicos mundiales, vía economía de Estados Unidos, pero muy a costa (sin decirlo) de la producción nacional de los países periféricos, ya que siendo así, sus pertinentes importaciones en dólares se abaratarían e inundaría sus mercados de productos extranjeros. Estados Unidos y Europa consecuentemente irían recuperando productividad en manufacturas y ocupación, como así la imagen del Fondo resurgiría y un nuevo plan de ajuste “camuflado” se ocuparía de las decisiones políticas que impulsaron el desarrollo de las economías emergentes.

Estrategias, Cumbres y Activos

No menos significativa es la preocupación instalada por el resto del mundo cuando en Noviembre de 2010 (Cumbre del G-20 de Seúl- GlobalEurope Anticipation Bulletin N°49,2010) en virtud a la decisión de la Reserva Federal estadounidense en lanzar el “Quantitative Easing II”, imprimiendo a voluntad más  dólares para resolver sus problemas financieros y su balanza de pagos. Inquietudes, que vista su irresolución, abultan la agenda del próximo G20 de Cannes en Noviembre de 2011, acompañando la trama que la crisis del Euro y las consecuencias de los acontecimientos en Medio Oriente, así lo dispongan.  

El gráfico ulterior (N°4) con certeza práctica avala estas determinantes cuestiones referidas a la balanza de pagos que presentaron los miembros del G20 en su último encuentro. Aunque bien cabe aclarar en virtud a los resultados manifiestos, que por éstas tierras latinoamericanas poca ó nula repercusión se le brinda a las bondades que dicho croquis ofrece.

Complicada paradoja se presenta a la hora de reflexionar acerca del posible desconocimiento de dichos datos por parte de algunos economistas, hoy consagrados por el entramado y complejo escenario de información que, caracterizado por una superposición de intereses, convive bajo la misma órbita de medios e empresas interrelacionadas.    

 

Gráfico N°4- Balanza de pagos de los países de G20 (en el % PIB)
Fuente: FMI / Le Figaro, 10/2010 (GlobalEurope Anticipation Bulletin N°52,2011)

 

Continuando con datos no del todo alentadores, es también aquel que ofrece la economía norteamericana como una imprevista situación que enfrenta por primera vez su banco central y la Reserva Federal (FED), dado que se los ubica como núcleo de consideraciones mundiales al cabo del degradado balance que dicha entidad presenta. En ése orden, bien puede apreciarse seguidamente (gráfico N°5) una mirada a los activos de orígenes dudosos como las hipotecas de Fannie Mae y Freddie Mac, y las acciones de AIG y Bear Stearns.

 

Gráfico N°5- Activos de la Reserva Federal estadounidense (2008-2010)
 Fuentes: Federal Reserve of Cleveland /New York Times, 10/2010 (GlobalEurope Anticipation Bulletin N°49,2010)

De todas formas y retrotrayendo a tiempos de Reagan, la evolución y posterior final de dichos activos y alicaídos pagos, no remite a las cualidades azarosas de los hechos. Más conforman un estereotipo de las conductas de los gobernantes y la sociedad norteamericana de las últimas tres décadas que además de sufrirlos, fueron fuertemente erosionadas (por lo poco) en específicos y cruciales aspectos sociales de base.

Haciendo escala en esto último, el trabajo, su esfuerzo y debido reconocimiento, conjuntamente con la adecuada y equitativa oferta del mismo, es el ABC de cualquier sociedad que se precie de serlo por todo lo que a su alrededor se desarrolla. Así, va de suyo el daño que presenta la desaparición paulatina en el tiempo, de dicha cultura productiva en beneficio, además, de praxis financieras y consumistas.

En tanto, durante la presidencia de Ronald Reagan podía vislumbrarse una marcada tendencia a la precarización laboral que, disminuyendo presiones salariales iría al encuentro de la tan mentada tasa de ganancia que como un dominó llevaba a mejores planos la competitividad internacional de la industria.

De éste modo los planes directamente le apuntaban a los salarios. Recogiendo las enseñanzas que dejara la Gran Depresión en cuanto al mercado de trabajadores, aunque sin esperar como en aquella época que la desocupación imperante (desde 1929 a 1932 la desocupación llegó al 25% en EEUU) y el correr del tiempo los esmerile, dando paso al accionar empresario que en consecuencia, aumentaría la contratación de asalariados pero a precios más bajos. En virtud a ello los hechos de la década de 1930 y 1940 se encargarían de demostrar la veracidad de las soluciones más acordes y efectivas.   

La estrategia cortoplacista de Reagan daría por tierra el ánimo de los asalariados (de igual forma que lo hiciera M. Thatcher), en virtud  que al cabo de períodos próximos verían desalentados sus perspectivas de volcarse a ramas productivas. Hechos que como una caja de resonancia marcaron los niveles tibios de innovación y su ineptitud desarrollada, situación poco favorable en comparación a la perfeccionada por sus principales competidores mundiales como Japón y Europa. Va de suyo los marcados resultados y ascendente déficit de su comercio exterior:

  • 2 mil millones de dólares en 1971.
  • 28 mil millones de dólares en 1981.
  • 77 mil millones de dólares en 1991.
  • 815 mil millones de dólares en 2007(Beinstein,2008)

Ante esta tendencia a la baja de la actividad industrial paralelamente fueron avanzando los negocios financieros y absorbiendo los capitales que no encontraban refugio en las actividades productivas, pero muy necesarios para dinamizar la función del Estado y el entramado empresarial, sustentado ello por el pensamiento que como único, se planteaba desde los medios y universidades más renombradas acerca de la insuficiencia de la política fiscal para impulsar la demanda agregada (Friedman,1965).

En ése sentido puede observarse que la industria de los servicios financieros vino mostrando considerables avances (su participación en las ganancias corporativas del 10% en 1980, llegó al 40% en 2007 (Dowbor,2009), evidenciando un franco crecimiento en pos a liberalización y escaso control que desde el contexto internacional protagonizaban los mercados financieros.

Contexto donde la industria militar evidencia un importante desarrollo en relación con la manufactura productiva en infraestructura y demás bienes, jugando un “doble efecto” alimentando la demanda interna multiplicaba paralelamente la cuantía de sus recursos bélicos en pos de la administración de recursos energéticos extranjeros. Tratando de incidir en la desigual proporción planteada entre lo consumido y lo explorado, como así también en lo diseñado en investigación de medidas alternativas a la extracción indiscriminada de crudo.

A contraposición de un Estado que favorece las estrategias de largo plazo como pilares desarrollistas y de reconversión del sistema energético con tendencia al ahorro en compañía de una administración responsable, se impuso la salida fácil y cortoplacista que los grupos económicos de hegemonía financiera y petrolera (beneficiados por la desregulación financiera pertinente) imponían, acompañando ello, con su desembarco en los directorios de distintas empresas, generando un entramado de negocios financieros de amplias modalidades y variados rubros.

Al igual que en 1975, la desocupación tomaba fuerza y alcanzaba, entre 1982 y 1983, un 10%, marcando un pico relevante en dicha década, que si bien transcurriendo ella, fue descendiendo, no menos crítico era el 6,5% que presentaba por 1987, que acompasado por la desaceleración del crecimiento industrial de 1985 y 1986 y la caída del índice Dow Jones, no eran más que signos elocuentes de una situación nada benevolente a los ojos de las autoridades económicas correspondientes. Proemios todos ellos, del declive que la economía estadounidense fuera protagonista entre Julio 1990 y Febrero de 1991 (Burkún, Vitelli, 2010), que lejos de ser poco relevante, contaría además con un aditivo inflacionario.

Otros engranajes de la economía ortodoxa.

Recesión económica que el Ex-Vicepresidente de Reagan y anteriormente ex director de la Agencia Internacional de Inteligencia (CIA), George H.W. Bush, no sólo que no pudo revertir sino que además amplificó, profundizando altos déficit gemelos en la comercialización de manufacturas con el exterior y de cuentas fiscales internas, que además intentó adornar con su embestida armamentista en Medio Oriente a fin de ir posponiendo con la tan mentada industrial bélica, un desenlace poco auspicioso en términos económicos.

Oportuno es destacar que dicho paralelismo en el aumento de ambos déficit tiene ya su origen con la ruptura de Bretton Woods en 1971, cuando al liberalizarse el movimiento internacional de capitales permitió la fragmentación de los procesos de grandes empresas en distintos países de la periferia con mano de obra más barata, permitiendo que con una inversión fuera de sus fronteras y con una legislación acorde, podían luego repatriar las correspondientes ganancias como así directamente importar productos para colocarlos en su economía interna.

Evidente es la utilización de esa estrategia a los largo de los siguientes cuarenta años, como también lo fueron los movimientos económicos tendientes a contra restar ello con mayor emisión monetaria y deuda en títulos públicos, donde globalización mediante y como una gran bola de nieve imparable, los llevara a un sobre consumo de productos provenientes del exterior y a instaurar “su” dólar como moneda de atesoramiento de reservas. El ejemplo de China como gran financista es más que elocuente.

Con una legislación que amparaba el tratamiento fiscal a favor de los intereses, dicha compras exteriores eran financiadas por deudas y reducciones fiscales a favor de grandes empresas (ver gráfico N°6) que enfriando los costos laborales, castigaban la equitativa remuneración de los asalariados. Tendencia monetarista de huída fiscal y depredación de ingresos pusieron a la demanda agregada en plena restricción y en consecuencia se ampliaban las deudas para menguar ello, como así la dependencia manifiesta del comercio con otros países para mantener niveles de crecimiento, que de la mano a la insuficiencia de fondos designados para el Estado, hacían que las tasas de interés se incrementaban a merced de las actividades financieras volviendo a retroalimentar a los grupos de negocios, atrayendo también nuevos jugadores a la vorágine monetaria.

La llegada de Bill Clinton bien supo revalidar lo anterior en virtud a lo cual, sin alejarse de políticas monetaristas que vinculadas a las innovaciones crediticias, ampliaba los accesos al crédito exacerbando los gastos empresarios, como así las tendencias consumistas de los mismos hogares de familia con respecto a un nivel del endeudamiento prudente. Destacando  nuevamente al consumismo como eje, alimentado del déficit del gasto privado en contraposición al crecimiento del gasto público y el ingreso privado (Marshall,2011). Políticas de dinero fácil, donde la Reserva Federal comandada por Paul Volker, incentivaban el crédito actuando sobre las tasas de interés. Mientras tanto, durante ese devenir temporal, la economía estadounidense continuaba administrando sus gastos por cuenta y orden del crédito otorgado por el resto del mundo.

Los indicadores en dicho contexto comenzaban a mostrar un crecimiento con la importante extirpación de índices  inflacionarios a costa del empobrecimiento de la clase trabajadora que encontraba sus pilares de contención en la apreciación del dólar y la desnacionalización de grupos empresarios, volcados hacia tierras mexicanas, asiáticas y latinoamericanas.

Los déficits continuaron y menos varió la cuestión al asumir un auto-reconocido amante de los mercados como George Bush. Tampoco iba a extrañar su devoción por el petróleo, más cuando en sus haber contaba con una basta experiencia como líder de empresas de aquel rubro (Arbusto Energy, Bush Exploration Co., Spectrum 7 y Harken Energy Corporation) y por tanto, sus conocimientos acerca del negocio conformaban más que un mero dato estratégico.

No sólo por su confesa atracción a ideas ortodoxas que por Octubre de 2008 ratificara en su mensaje al Parlamento en ocasión de que se aprobara el plan de salvataje de 700 mil millones de dólares, sino que también por sus acciones manifiestas imitadas como mimos por el presidente de Reserva Federal Ben Bernanke y el Secretario Tesoro, Henry Paulson.

De éste modo y haciendo caso a las pertinentes recomendaciones de Milton Friedman de 1965, se razonó con ideas monetaristas un problema entendido también bajo la órbita monetarista, y en virtud a ello se inundó el mercado de dólares (corrigiendo aquello que Friedman daba como una equivocación de la FED en 1929), pretendiendo que así la situación se normalizaría, en paralelo con una legislación que además de exacerbar la concentración de ingresos para los más favorecidos, impulsó más aún el recorte de impuestos para la población más rica. Ello puede verse en virtud a que la cuarta parte de toda la renta de Estados Unidos corresponde al 1 por ciento superior a lo ostentado hace doce años (Stiglitz,2011), en franca oposición al descenso que la renta de la mayoría de los americanos ha sufrido en idéntico período. Los gráficos posteriores refieren con elocuencia lo antes mencionado. 

Gráfico Nº6
 
Fuentes: Center for Responsive Politics; US Census;Edward Wolff, Bard College.

 

Gráfico Nº7-Variación de la tasa de impuestos 1913-2010 y distribución de ingresos 1950-2006 (Wilson y Perot,2011)

 

En el anterior mix no pueden olvidarse los anteriormente mencionados y desgraciados hechos del 11 de Septiembre que como disparo de largada dieron comienzo a la carrera pública armamentista instaurando la embestida militar (y también económica en gastos bélicos) e ilimitada sobre tierras iraquíes, sin pasar por alto, con el devenir de los tiempos la inusitada derrota de la compleja tecnología bélica en manos de caseras milicias rudimentarias.

Las tentaciones del consumo irracional

Contextos macroeconómicos con sus rojos en los saldos y las crecientes deudas parecían no amedrentar a los gobernantes norteamericanos, en virtud a que mientras dicha deuda la emitiera el propio gobierno y que sus excedentes fueran depositados en Estados Unidos, la situación les parecía controlada, ó por lo menos así lo intentaban hacer creer, hasta que lo más obvio de la crisis de 2008 lo hizo imposible.

Anteriormente entre 2004 y 2006, la tasa de interés de Estados Unidos se quintuplicó, poniendo en jaque a distintos deudores hipotecarios (anteriormente tentados por todos los medios a participar en la fiesta consumista del dinero fácil, hasta llegar al mismo núcleo familiar que veía alteradas sus costumbres razonables de compras) que iban engrosando el grupo a medida que transcurría el tiempo. Así, los bancos perjudicados por el otorgamiento de hipotecas de cobro dudosos debían encontrar algún camino que los alivie y que no sea la simple espera que detenga la avalancha continua de negocios financieros.

Así formaron grupos de morosos hipotecarios, deudores de tarjetas de crédito y demás activos riesgosos,  para luego emitir títulos (ABS, Assets Backed Securities) con derecho a cobrar lo supuestamente recaudado, pero con la particularidad que se estaba diversificando el riesgo en el comprador del título, que asimismo disponía de un instrumento financiero como el Credit Defaul Swaps (CDS) que aseguraba su compra a través del pago de una prima en una de seguros que respondería a tal fin desgraciado del incumplidor ciudadano.

El sistema por años parecía muy sólido ya que si algún cliente dejaba de pagar, ello no repercutiría sustancialmente en los fondos, reduciendo aún más los riesgos y aumentando así el valor de las viviendas, que a tal punto, y financiación mediante, eran casi de libre acceso y pocas restricciones. Típico resultado inmediato de la presión de la demanda, que hacía sentir millonarios a quienes contaban con dichos bienes y además objeto de ser considerados nuevos clientes para absorber crecientes hipotecas.

Como es habitual los rendimientos exitosos atraen a nuevos inversores y este no iba a ser la excepción, dado que los activos creados diferían en un potencial mejor rendimiento que cualquier otro competidor. Haciendo ello que como un imán atrajera a grandes grupos empresarios, compañías de seguro, fondos de pensiones y bancos en todas sus variantes. Todos apoyados sobre los hombros de ciudadanos hipotecados ó titulares de tarjetas de créditos, que en virtud a las circunstancias no dejaban de consumir, acompañados por arcas gubernamentales que eran financiadas a su vez por créditos mundiales. De hecho China en 2008 atesoraba el 225 de las reservas mundiales y poseía 420.000 millones de dólares en deuda norteamericana, sólo superada por Japón con 612.000 millones (Ceriani, Kicillof,2008/9).

Sin control, el gobierno norteamericano debía solicitar más crédito y paralelamente gestionar activos que aumentados en riesgo reporten mejores resultados, ecuación que repercutía en hacer más grandes aquellos grupos de deudores con el agregado de que ellos estén más propensos al “no” cumplimiento, haciendo que nuevamente el paradigma de la atracción de rendimiento (vía alto riesgo) se volviera a cumplir. Con el particular detalle que hace al estancamientos de los salarios y bruscas fluctuaciones de la tasa de interés efectiva. Situaciones estas últimas que impactaron de lleno en un amplio conglomerado de individuos devenidos en importantes porciones de deudores. La estrategia que funcionaba con la alteración de una variable individual, ya no era tal, cuando la desgracia alcanzaba a millones de personas. Lo posterior, es público conocido.

Mercados a futuro

Otra variante de acumulación se está presentando en los mercados a futuros de alimentos, pero en éste caso se trata de una concentración de especuladores provenientes del fracasado mercado de hipotecas subprime y demás instrumentos financieros desmoronados recientemente, que al encuentro de éxito, viraron ávidamente a la plaza de materias primas agropecuarias llevando consigo y con sus acciones, las probabilidades (también) de una crisis, pero en éste caso de alimentos.

Conjuntamente con el avance de la producción de etanol como alternativa para combustible, se agrega otro factor relevante para incidir en los precios de granos y demás productos, se trata de los fondos de inversión específica sobre materias primas que operan desde Estados Unidos. Dicha concentración se evidencia en que su rendimiento se calcula el doble de cualquier colocación financiera que intente competir con ella.

De éste modo, si bien se trata de inversiones, lo circunstancial radica que el núcleo de ellas son los alimentos. Por tanto, en una negociación entre inversores (que no tienen ni necesitan el trigo, por ejemplo) bien puede darse una propuesta a seis meses de término. Al cabo del período cotejan entre ambos cuál es el precio real y allí se define quién abona la diferencia.

Sencillo mecanismo, pero con la particularidad de que es allí con las características especulativas descriptas, que los “jugadores” alteran y manejan el mercado real de alimentos y los referentes que giran a su alrededor, con sus movimientos virtuales, ociosos y voraces. Cómo no puede verse modificado el volumen de ocupación, si de acuerdo a lo referido por Keynes, aquel está determinado por la función demanda global con la oferta global, considerado ello como demanda efectiva. No sin antes considerar la demanda agregada que relaciona las cantidades de empleo hipotéticas con las ventas esperables y su correspondiente ganancia por parte de los empresarios (Kicillof,2007). Engranajes definitivamente ausentes en el mencionado “mecanismo financiero”. 

A estos condimentos se le agrega que por el atractivo que presentan dichos artilugios corto placistas, hacen que se aglutinen especuladores en fondos de inversión ejerciendo presiones sobre el precio de los alimentos sin límite mediante y mucho menos por el sustancial fomento del trabajo, la producción, la oferta y la demanda real.            

De esta forma la especulación toma el eje de los mercados a futuro de la soja, el maíz, el trigo (Dellatorre,2011), el azúcar ó el aceite y empuja sus precios hacia arriba, que como un círculo virtuoso atrae a nuevos inversores desalentados por el mercado de hipotecas y favorecidos por la inyección de 600 mil millones de dólares en el mercado por parte de la Reserva Federal, que en un marco de globalización extrema de su sistema financiero e inflación interna medianamente controlada por emisión de dólares, no hacen más que conformar una amalgama desequilibrante en países periféricos y de bajos recursos, donde el hambre y la desigualdad también toman otro eje, pero en ése caso el de la desgracia.  

Mercado de granos que también se hace eco de las circunstancias altisonantes del mundo árabe y del norte de Africa que como grandes demandantes de granos, provocaron una baja en las cotizaciones de la Bolsa de Chicago (situación al 22/02/11), siendo que el trigo, el maíz y la soja tuvieron que retroceder a su máxima variación autorizada por el Chicago Board of Trade, en virtud a los drásticas novedades de Medio Oriente.

Trípoli, una trilogía que tiembla

Los últimos acontecimientos políticos y sociales en el norte de África, puntualmente en Libia, dan a las claras que, el alcance de los efectos nocivos que exacerban marcados niveles de concentración, no ocupa sólo al epicentro del capitalismo occidental. En una escalada social que tuvo a Túnez y Egipto primero, ahora se presenta como la decadencia de la trilogía poder-opresión-genocidio, protagonizada por un régimen que no titubeó para aglutinar luego de 42 años un mix de represión, matanza y acumulación, que en virtud a los dotes benéficos que la Naturaleza le brindó, hizo de ello una cualidad singular aprovechada para la enorme cantidad de contratos petrolíferos, que por millonarios, retroalimentaban dicha política sin tampoco morigerar en lo más mínimo las irresponsables tendencias diplomáticas que dicho privilegio petrolero le infirió de algún modo.

Si bien es indiscutido su papel en el negocio del crudo según refiere su noveno puesto como productor de petróleo entre los doce miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), primero dentro de África y exportando el 79 por ciento de dicho producto a Europa, no menos relevante fueron y son, las temibles e intrincadas relaciones exteriores que marcaron su historia.

Su posición como colonia de Italia desde 1911 a 1947, marcaría en Libia antecedentes sustanciales en sus futuras relaciones comerciales. Lograda su independencia en 1950, devino luego la llegada de Khadafi en 1969 a través de una rebelión militar contra el rey Idris, que le permitió nacionalizar sus bancos, compañías petroleras, como así expropiar bienes de italianos que allí se encontraban, además de solicitarle a la península un resarcimiento económico por los efectos coloniales anteriormente sufridos.

Al cabo de los años y consolidado como un gran jugador en el mundo petrolero, se manifestó en 1976 con la compra (intensificando sus relaciones con Italia a través del banco libio Lybian Arab Foreign Bank) del 13 por ciento del capital accionario de FIAT, abonándolas al doble de su cotización bursátil (Llorente,2011), en un marco de una no muy clara negociación a vistas de los valores bursátiles de ése momento.

Continuando con su vinculación con empresas italianas, ya en 2004 en pleno gobierno de Silvio Berlusconi, se inauguró un gasoducto submarino distribuyendo gas desde Libia a Sicilia y construido conjuntamente por la petrolera italiana ENI (en Enero de 2011, se materializó la compra libia del 2% de sus acciones) y la Western Lybian Gas Proyect, que seguido por el Tratado de Bengasi (denominado de “amistad y cooperación) entre ambas naciones en 2008, exacerbaban aún más las concentraciones mercantiles y el correspondiente poderío petrolero del país nordafricano y de su aliado comercial. 

Ambiciones de la tiranía libia que obnubilaron los mandos khadafistas hasta el punto de bombardear su propio pueblo para aplacar un movimiento de masas saturado de un régimen por demás autoritario, que vacío y esquivo a democracias, intenta seguir lesionando derechos básicos de su pueblo en pos de una desmedida avaricia de poder y riquezas, que en virtud a los acontecimientos parece difícil que continúe acumulando.

Conclusión

Innegable es ya a la altura de los acontecimientos descreer de los problemas financieros que azotan hoy a la grandes economías mundiales. Demás está decir la complejidad de los mismos, pero quizás no menos importante, sería tratar de encontrar el puntapié inicial que dé sustento a las pertinentes cambios de rumbos para detener este inficionamiento peligroso que tal parece y en virtud a los resultados no cesa fácilmente.

En ésa corriente de búsqueda de soluciones, se podrá llegar al reencuentro de valores como cooperación, confianza, sensibilidad, responsabilidad y acción mancomunada, que los devaluados centros de poder correspondientes sepan atestiguar, dando cuenta con hechos palpables la reaparición de aspectos que enorgullecen la convivencia humana.

Actos que con más probabilidad tenderán a incubar nuevamente la fe popular en el trabajo y el fruto que bien debe acompañar su esfuerzo, y que a consecuencia se presentará como un engranaje transmisor de un crecimiento que rara vez se ha evidenciado sin la participación consustanciada de las bases sociales, como tampoco privada del compromiso de la clase dirigente.

Seguramente, nada sencillo sería emprender dicha empresa. Más teniendo en cuenta, en un sentido complejo, los diversos intereses que se ponen en juego, como así, y yendo a lo más básico y general, la dificultad que conlleva generar una situación como la descripta dado que en los últimos tiempos a contraposición de ello, se enfatizó en sentimientos individualistas, donde el premio y el bienestar obtenido era exclusivo logro de quien por su particular esfuerzo lo impulsara. Así, la avaricia desmedida del hombre podía con todo que le fuera resistencia, y peor aún, si así no fuese debería asimilar la resignación ociosa del “no” pertenecer.

A este deterioro, sería conveniente agregar la lesiones producidas a los procesos democráticos que oportunamente hiciesen víctimas a poblaciones latinoamericanas enteras (daños a la democracia, hoy manifiestos, como el mensaje del Ex-Presidente Hosni Mubarack del 10/02/11 antes de renunciar), que dictaduras mediantes, amparadas por diversos interpretes del poder mundial y regional así la supieron montar como el proemio de aquella economía librecambista, que más tarde sin reconocer hacedores, se volviera contra sus propios impulsores y los fustigara, sin reparar (vaya coincidencia) con quién se encontraba en su camino.

Va de suyo esto último también para los propios gestores e ideólogos norteamericanos, que creyendo ser lo suficientes hábiles, no pudieron escapar de los correspondientes efectos nocivos, en tanto que si bien se los caracterizó con una carencia de regimenes totalitarios, quedaron presos de un consumismo voraz, con economías desaprobadas de sus propios exámenes, e igual que a sus anteriores y tan desprestigiados países de sur de América y Asia, ahora ven el menoscabo que como un bumerang se vuelve en contra de la reluciente imagen económica que habitualmente no dejaban de pregonar.           

Efecto monetarista por cierto el de inyectar más y más dinero ante una crisis de larga data que se intenta posponer y que como hombres carentes de vista e impávidos pretenden solucionar, más no también menospreciando nuevamente un déficit fiscal, que a contra cara de economías más heterodoxas con mejores panoramas para la distribución del ingreso y balanzas comerciales, tampoco parecen ver, aumentando con sus ceguera las posibilidades que beneficien la concentración de riqueza, la pobreza, la desigualdad y la tendencia creciente de superpoblación carcelaria. 

Detalles que hacen menester el replanteo genuino acerca del equilibrio de una economía de abuso a favor de unos pocos, sin considerar en su cometido las grandes mayorías sociales que la conforman y que con su menosprecio no existe otro tiempo más que el inmediato, para la plena e inconciente subsistencia cortoplacista.

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Recibido el: 01-09-2011; Aprobado el: 15-09-2011

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